De perfil bajo, la ribera norte francesa, seduce por su encanto y distinción
Textos y fotografías de Carlos Lauría
Esmeralda por nombre, esmeralda por naturaleza. El litoral norte de la Bretaña francesa llamado “costa esmeralda” por las tonalidades de sus aguas cristalinas con reflejos verdes, se extiende entre Cancale y el cabo Fréhel. Recogió este nombre en 1890 debido al color de esta parte de océano Atlántico. Y no es una exageración, pueda dar fe de ello. Aunque no siempre luce así en un día nublado, una vez que sale el sol, uno puede sentarse frente a la ribera y maravillarse con la vista. Un lugar único y protegido, reconocido a nivel europeo por su biodiversidad, que se puede recorrer a pie, a caballo o en bicicleta. En este viaje, las paradas a lo largo de la costa incluyeron Dinard, Saint-Malo y luego la bahía del Monte-Saint-Michel.
En el verano europeo, a sólo a 45 minutos de avión desde Londres, esta región está atestada de turistas británicos. Considerada precisamente la ciudad francesa más británica, Dinard ha sido visitada en épocas anteriores por políticos y personalidades de la cultura y el arte como Oscar Wilde, Agatha Christie, Winston Churchill y Julio Verne. Iniciamos el recorrido en esta localidad playera que conserva magníficas masiones de cuando era un lugar de vacaciones de la Belle Époque. Un patrimonio arquitectónico significativo, no sólo por las elegantes y amplias residencias, en total hay 407 villas protegidas, sino también por sus confortables casinos y hoteles acordes con los selectos visitantes.
Dinard tiene una característica que la distingue de otras ciudades de esta bella zona costera: permite dar un paseo ininterrumpido junto a su camino marítimo. Tiene un total de 7,5 kilómetros y se pueden apreciar las villas en los acantilados. A pesar de que no tiene el renombre ni la popularidad de las ciudades opulentas de la costa azul del mar Mediterráneo, Dinard ha recibido múltiples denominaciones que permiten apreciar el valor de su belleza insuperable: “La reina de las playas”, “La perla de la costa esmeralda”, “La Niza del norte” y “La playa más aristocrática de Francia”, entre otros apodos conocidos.
Sus elegante centro turístico proporciona un ambiente sofisticado junto al mar, mientras que más al oeste las playas ofrecen un lugar para acercarse a la naturaleza y admirar el agua, mezcla de verde y turquesa. Otro aspecto propio de Dinard es que todas las villas se erigen sobre rocas con vistas al mar. Una más bonita que la otra. La arquitectura bien conservada ha sido reconocida como un área urbana protegida de cientos de mansiones. La villa “Les Roches Brunes” (Las Rocas Marrones), por ejemplo, es un hito de Dinard. Construida entre 1893 y 1896 -en estilo neoclásico-, permanece abierta al público con visitas guiadas. Ofrece increíbles vistas de la bahía desde su terraza y el atardecer allí es imperdible.
La ciudad tiene varias playas, pero sin dudas la más popular es la Playa de l’Écluse que localizamos en marea baja. Es la más movida, donde se encuentran comercios, bzares de topdo tipo, restaurantes y mucho ambiente. Luego emprendimos la caminata hasta la Punta du Moulinet por el camino de ronda que al final del recorrido exhibe una vista magnífica de Saint-Malo. La playa de Prieuré, en marea baja, tiene una piscina de agua salada al aire libre, mientras que la playa de Port-Blanc ofrece varios deportes acuáticos.